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Mostrando entradas de octubre 5, 2008

Él lleva el nombre, ella mordió la manzana

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Lamento de veras por Margarita Terán. La conocí en septiembre del 2005 en Shinaota. Y como seguramente le sucedió a Evo Morales algún día, me enamoré. Es casi inevitable. Porque Margarita combina a la perfección la sensualidad de la belleza valluna -esa de piel bronceada que se desnuda sin problema en medio del río donde desata sus trenzas, suelta su cabellera negra y se baña por presas- con la inteligencia y la fuerza dizque de la mujer cochabambina. Matriarca, matrona, mandona, madona. Evo Morales era ya candidato presidencial y Margarita estaba enamorada. De Evo y del MAS. De hecho, ella se sentía entonces un poco dueña del “instrumento político” que antes de su fundación formal en Santa Cruz de la Sierra, se había creado allí mismo en su casa, en el Chapare. Margarita recuerda ese día con la intimidad con que habla de Evo y la diarrea que le dio después del festejo de la fundación que lo mandó a la cama, ahí mismo, en el cuartito que se sostiene apenas encima de cuatro maderas. Par